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Jun “What happens in Vegas, Stays in Vegas…”
Dice el antropólogo y escritor J.M. Mulet en una entrevista de 2016 para La voz de Galicia previa a la publicación de su libro “La ciencia en la sombra” que los forenses “Los forenses tienen mucho sentido del humor, aunque sea negro como el carbón” y es cierto. Personalmente es algo que me dijeron en repetidas ocasiones. Pero es una forma que tenemos quienes tratamos con estas cosas de sobreponernos a situaciones que de otro modo nos impedirían hacer nuestro trabajo.
A veces no es tanto la repulsión que nos genera como seres humanos el estado de degradación de los cuerpos con los que tenemos que tratar. No, a veces es sencillamente contemplar de primera mano la crueldad y brutalidad a la que algunos seres humanos pueden llegar con sus semejantes. Esta sensación me la recordó el leer los artículos periodísticos sobre el tristemente infame caso Bretón que aparecieron en mis resultados mientras peinaba google al la búsqueda de artículos sobre el campo forense.
Me recordaron también mis encuentros con casos de identificación humana de cuerpo quemados y las diferencias entre estos casos y el que me trajo los recuerdos.
El caso es que aunque parezca una incongruencia, la quema de un cadaver, o el intento de quema, puede tener el efecto no deseado y ayudar de hecho a preservar el cuerpo. No sus facciones y demás tejidos blandos por supuesto, pero si su ADN, aunque solo sea por que el fuego destruye también los microorganismos que de otro modo comenzarían degradar el cadaver.
¿Qué ocurre cuando se quema algo?
Quemar es una reacción de oxidación exotérmica de moléculas carbonadas que se alimenta de la propia energía que produce liberando CO2 y H2O como resultado de la oxidación de moléculas orgánicas. Una reacción química que poco a poco consume su fuente de materia y energía hasta que la temperatura desciende y se ralentiza por si misma hasta detenerse.
Cuando alguien intenta destruir un cadaver mediante combustión por lo general usa un combustible (madera por ejemplo) y/o un acelerante (gasolina por ejemplo). Pero como descubrienron quienes trataron de desahcerse de los cadáveres de la familia del Zar Nicolas II, el cuerpo humano no arde bien y en cuanto se consume el combustible y/o el acelerante, la combustion del cadaver no tarda en detenerse. En estos casos es muy común que la temperatura solo afecte a las capas externas del cuerpo, dejando los órganos internos y el centro de los músculos esqueléticos casi intactos y capaces de dar ingentes cantidades de ADN completamente prístino.
Tanto en casos de destrucción intencionada de cuerpos como en los de quema accidental, el propio combustible en exceso puede actuar como protector de las moléculas orgánicas del cadaver. Si, las altas temperaturas alcanzadas dañan la estabilidad molecular del ADN incluso en los huesos, pero la reacción preferente del exceso de combustible (por ejemplo, la materia orgánica del humus del suelo [1]) hace que el cadaver se encuentre menos carbonizado de lo que habría podido llegar a estar de otro modo.
Otros parámetros que afectan a la reacción son el flujo de O2 y la temperatura alcanzada. Una renovación constante de O2 presente para la reacción acelera y alarga en el tiempo la combustión y aumenta la temperatura alcanzada.
Otro parámetro es la naturaleza del propio combustible, ya que de esto depende también la temperatura alcanzada ( la madera de eucalipto por ejemplo puede llegar a arder a 1600ºC, maderas menos densas permiten obtener temperaturas de combustión más bajas). A mayor temperatura, intensidad y tiempo mayor daño en el ADN.
Al aumentar estos tres parámetros, como en el caso de un incendio o la destrucción intencionada de un cadaver, el fuego consume y carboniza los tejidos blandos poco a poco hasta que el hueso queda desnudo ante las llamas. El hueso, nuestra principal fuente de ADN en cadáveres degradados, comienza a variar con la temperatura, pierde agua y se deforma, a veces hasta quebrarse. El modo de quebrarse al depender de la humedad inicial de la pieza permite saber si el tiempo transcurrido desde la muerte hasta la cremación del cuerpo. A la vez, conforme la temperatura creciente y el tiempo afectan a los componentes del hueso Colágeno tipo I (orgánico) e hidroxi-apatito (Ca5(PO4)3(OH) mineral) modificándolos.
Conforme el colágeno va siendo eliminado en la combustión y el hidroxi-apatito va siendo modificado por la temperatura el color del hueso va cambiando. Primero de pardo a negro y luego, conforme la materia orgánica desaparece por completo, de nuevo a colores cada vez más claros hasta alcanzar el blanco grisaceo del hueso calcinado. En este momento final solo queda la parte mineral completamente cambiada a una forma de cemento poco cohesionada, pero que retiene la forma original de la pieza y es imposible obtener ADN alguno ni ninguna otra molécula orgánica.
La calcinación sólo se obtiene mediante un proceso similar al de un horno crematorio: altisimas temperaturas, flujo constante de oxígeno y combustible suficiente para alargar la combustión el tiempo necesario. Por lo que cuentan las noticias, esto es lo que consiguió José Bretón en su hoguera; este hecho me produce la repulsión y miedo que me causa la imagen de ese hombre en los periódicos.
Sin embargo, en la mayoría de los casos es posible recuperar ADN útil aunque dañado de restos humanos quemados. El color del hueso es bastante buen indicador de la cantidad de molécula orgánica presente aún en la pieza. Juzgamos la presencia de ADN por la coloración derivada de la presencia de colágeno I en la pieza.
El ADN puede estar altamente fragmentado por las altas temperaturas
Hoy en día contamos con herramientas como el genotipado de marcadores genéticos altamente resistentes ala degradación molecular del ADN y la inhibición de la reacción de PCR como son los SNPs e InDels [1]. La adecuada combinación de la experiencia y conocimiento para evaluar de forma colorimétrica la pieza a tomar para el análisis y la aplicación de tecnologías de genotipado y marcadores de alta resistencia a la degradación nos permiten afrontar con éxito la identificación de restos humanos que hasta hace unos años no hubieran podido ser identificados. Y no será la primera vez ni la última que lo consigamos.
Me gustaría terminar este artículo con ejemplos del humor negro que nos gastábamos mi compañera de huesos y yo, tiempo ha. Pero como decíamos al resto de la plantilla al salir de la zona de acceso limitado para el trabajo con ADN cadavérico “Lo que ocurre en Vegas, se queda en Vegas”
[1] Case report: identification of skeletal remains using short-amplicon marker analysis of severely degraded DNA extracted from a decomposed and charred femur.
Fondevila M, Phillips C, Naveran N, Fernandez L, Cerezo M, Salas A, Carracedo A, Lareu MV. Forensic Sci Int Genet. 2008 Jun;2(3):212-8.